Por: Matias Castellerin - mcastellerin@rosario.com - Rosario.com
El clásico rosarino no necesita del rigor de los números. La pasión que despierta este enfrentamiento excede los límites estadísticos. Da igual si el choque se produjo antes de ingresar a los torneos de la AFA (1939) o si el enfrentamiento corresponde a la era amateur. En cualquier caso, un Central-Newell's o viceversa siempre ofrece una nueva página de una novela eterna.
Una simple razón describe el por qué de este fenómeno a nivel mundial y es el folklore que se vive en la ciudad de parte de los hinchas en la semana previa al duelo, durante el encuentro y en la semana posterior al mismo de la mano del vencedor, si es que lo hay. algo tan impresionante que asombra en distintos puntos del país y del mundo, en donde ven como una ciudad durante una semana queda dividida en torno a un partido de futbol, en donde se crea un clima de fiesta y de expectativa que se siente por las calles. Donde los preparativos para ir al a la cancha y las cargadas o provocaciones hacia el equipo rival se inician el lunes de la propia semana del clásico. Algo que en ningún otro lugar del mundo se repite.
Sin dudas, el punto máximo de este clásico fue el último jugado en cancha de Rosario Central, el 20 de octubre del 2013, que devolvió el clásico a la ciudad de Rosario luego de tres años, tras el paso del equipo canalla por el Nacional "B". Fue tal la expectativa generada a nivel mundial por el choque entre estos dos equipos luego de tantos años, que la oficina de prensa auriazul recibió en ese entonces pedidos de acreditación de medios de todo el país, América y Europa. Entre otros países del Viejo Continente, resaltaron principalmente diarios y canales de televisión de España, Italia, Alemania y Suiza.
Sin embargo, los periodistas de los lugares más excéntricos también llegaron a la ciudad para vivir esa fiesta, en la que Central y Newell’s se disputaron el partido del año. Se registraron inscripciones desde la televisión rusa, del canal árabe Al Jazzira y hasta un pedido de entradas de la embajada de Irán.
Vale destacar que la última vez que se vio semejante repercusión entre distintos medios del planeta fue con el Superclásico entre Boca y River, en el que también arribaron al país medios de distintos puntos del planeta.
Con el clásico rosarino siempre arribaron a la ciudad desde zonas excéntricas pero, según se dio a conocer desde la oficina de prensa canalla, se entrego en ese partido un récord de acreditaciones para el resto del mundo.
Incluso en ese mismo clásico, uno de los diarios más prestigiosos del mundo se involucró, y realizo un artículo sobre este encuentro, para conocer más sobre esta pasión rosarina. El diario The New York Times publicó un artículo vinculado al clásico rosarino, bajo el título "En el fútbol argentino, una rivalidad divide a una ciudad", la publicación neoyorquina cuenta cómo se vive cotidianamente esta puja entre "canallas" y "leprosos".
"La devoción es tan completa que los residentes de la ciudad a menudo se describen no como hinchas, sino como víctimas de una enfermedad", cita el artículo. La publicación recorre el amor a su camiseta y el odio a la contraria como no ocurre en otra parte del país, incluso, con el Boca - River.
Por otra parte, se presentaron entrevistas a figuras como Mario Zanabria y Aldo Poy donde recuerdan sus trascendentes goles y lo que implican para ellos este partido. El artículo cuenta con citas a Roberto Fontanarrosa y César Luis Menotti y se hace referencia a Lionel Messi y Ernesto "Che" Guevara, figuras significativas de la ciudad.
La vida y la "muerte" también se reflejan en la nota de The New York Times. Para unos "Si me muero, que sea de Lepra" mientras que para otros, Fontanarrosa dice que la mejor forma de morir es la del Viejo Casale, en su cuento 19 de diciembre de 1971, en la tribuna del Estadio Monumental luego de la "Palomita de Poy".
Es una fiesta la que se vive y es una locura que muchos no entienden, la pasión con la que los rosarinos viven su clásico año tras año. Un espectáculo que logra asombrar hasta en los lugares más remotos. Una marca registrada que identifica a la ciudad en el mundo.